Cuando se habla de sexualidad debo conocer dos conceptos clave: sexo y género. Con frecuencia se piensa que sexo y género son lo mismo, por ejemplo, se habla de sexo femenino o sexo masculino; pero esto es erróneo, si bien el sexo y el género tienen mucho que ver entre sí, son distintos el uno del otro.
Son las diferencias biológicas, físicas, hormonales, genéticas y sicológicas que existen entre mujeres y hombres en relación con sus órganos y aparatos reproductivos.
El concepto de sexo no permite explicar las diferencias de actividades entre hombres y mujeres en las distintas culturas a lo largo de la historia.
Incluso erróneamente en una época la humanidad consideraba que únicamente había un sexo: el masculino, las mujeres eran vistas como hombres incompletos; gracias a las luchas impulsadas por las mujeres y a los avances de la ciencia se pudo romper con esa idea. Ahora sabemos que existen tres sexos biológicos: hombres, mujeres y personas hermafroditas (que tienen los dos sexos a la vez).
La sociedad ha generalizado el uso del término sexo para referirse a las prácticas y relaciones sexuales, esto es erróneo, es preferible usar el término correcto para cada situación.
Son todas las características sociales, culturales, políticas, sicológicas, jurídicas, económicas que se otorgan a mujeres, hombres y diversidades sexuales en una sociedad y en un tiempo histórico determinado.
Las ideas y creencias sobre lo que es ser mujer y sobre lo que es ser hombre han cambiado con el tiempo y han cambiado según la sociedad y la cultura en la que viven las personas. El género, por ser una construcción social, cambia; seguramente las mujeres y los hombres de hace un siglo no eran iguales, no se vestían iguales, ni actuaban igual a cómo actúan las mujeres y los hombres en la actualidad.
El género también tiene que ver con la identidad de las personas. Según como se construya el género en cada persona ésta se definirá como una persona: masculina, femenina, transexual, bisexual, transgénero, homosexual.
La identidad de género es la manera como una persona configura su propia identidad es un proceso natural e individual por ello no puede estar sujeto a ningún tipo de discriminación.